Nacional - Jueves, 23 de agosto de 2012
Calderón celebró su cumpleaños con una faraónica fiesta. Al menos tendrían que celebrar en privado y a los invitados de la telebasura exigirle el “off the record” como un acto de congruencia. Pero en el fondo los políticos a la mexicana piensan que la sociedad se ve reflejada en ellos como si sus tan miserables vidas se trataran de telenovelas.
Un bozal también tendrían que ponerle a la Gordillo, incluso para que no se notará que ya no da una, ni siquiera por lo que de sumar se trata.
Un bozal también tendrían que ponerle a la Gordillo, incluso para que no se notará que ya no da una, ni siquiera por lo que de sumar se trata.
Lo que buscó hacer el usurpador al contar la anécdota, a sabiendas de que la prensa a modo lo retomaría, irrelevante en todo caso para la sociedad mexicana tan agraviada por ese genocida. Amén de buscar justificar el genocidio que como delito de lesa humanidad a lo largo de cinco años ha cometido, buscó el despertar, a ver si pegaba, la lástima de los mexicanos. “Láaastima Felipito”, los genocidas producen asco y deben ser perseguidos como alimañas por la comunidad internacional.
Busca matizar, a base de generar lástima como última consecuencia, lo que sabe que son crímenes de lesa humanidad cometidos a lo largo de los peores, hasta ahora, seis años sufridos por el pueblo mexicano.
Ya casi llega a los cien mil ejecutados el usurpador panista enemigo de la nación mexicana. Ya casi a los cien mil reconocidos oficialmente por el INEGI. 95 mil asesinados en los últimos cinco años con cifras oficiales. A los que si les sumamos las mujeres asesinadas y los daños colaterales y los muchos crímenes que no se denuncian, más los migrantes exhumados en fosas clandestinas y los multiplicamos por diez, por aquello de no ser demasiado poco conservadores, quizá la cifra alcance quinientos mil asesinatos impunes de pobres en tan solo el peor de los sexenios hasta ahora pensables como pesadilla que al infierno nos adentrara como forma de vida.
Y encima busca dejarnos a un dictador para continuar con lo ordenado por la cadena de mandos que en México se aplica.
Felipe Calderón es un usurpador que, obligado por su ilegítima llegada, se ve obligado a aceptar lo que el imperio le exige y manda.
Felipe Calderón es un usurpador que, obligado por su ilegítima llegada, se ve obligado a aceptar lo que el imperio le exige y manda.
Lo mismo que le sucederá a Peña, si lo impone de la misma manera el TRIFE, acabado, que lo único que ya despierta frente al mundo es vergüenza.
Un bozal haría bien en ponerse Woldenberg, responsable del fin del IFE como institución ciudadana. Institución que tanto le costó construir a Jorge Carpizo. Y de ahí, entre otras cosas, su extraña muerte, inexplicada. Responsable, Woldenberg, por no haber obligado al PAN a perder el registro, como le mandaba la ley que hiciera, luego de que se hizo público que ese partido supo del dinero donado a Fox del extranjero para comprarle, a ese otro impresentable, también la Presidencia.
Cadena de mandos que al Imperio yanqui llega. Imperio cobrador también de venganzas, que hoy a Julian Assange busca asesinar porque se atrevió a verse reflejado en los ojos de la mayoría de los humanos jodidos por EUA. Venganza que Estados Unidos busca concretar con la ayuda de la impresentable monarquía inglesa, al servicio, asimismo, de los dueños del dinero que en el mundo mandan.
Cadena de mandos que también aplica para el Ejército nacional y para la Marina por no saber decir no, cuando lo mandado no es obedecible. Ejército, el único constitucional, que hoy se debate entre generales encarcelados y pleitos internos entre otros generales que se disputan el puesto de próximo secretario de la Defensa. Como si alcanzar lo anterior fuera un honor y no la desgracia que para quien gane la contienda va a ser el recibir órdenes de un dictador y estar bajo el mando de un colombiano al que además lo acompaña una historia que espeluzna, si el TRIFE impone a Peña.