La manera de vencer al enemigo en las guerras de la Edad Media era sitiarlo para que sufriera hambre y sucumbiera por enfermedad. La táctica del secretario del trabajo, Lozano, es la misma. No satisfecho con despedir a 44 mil trabajadores se niega a pagar los adeudos de salarios devengados y aguinaldo; ambos derechos especificados en la ley. El gobierno federal anuncia por todos los medios que el aguinaldo es un derecho y debe pagarse antes del 20 de diciembre. ¿Y por qué a los electricistas no? Pero esta guerra de vencer a los trabajadores por hambre no termina allí.
Lozano trató de extender su cerco negándoles los servicios médicos del IMSS. Los trabajadores tienen derecho a estos servicios dos meses después de la terminación de la relación de trabajo y, a raíz de la actual crisis, el tiempo se extendió a seis meses. Hay que señalar que tal terminación de la relación colectiva de trabajo está en litigio porque, en todo caso, hay un patrón sustituto que es la CFE. Esta táctica mortífera no es nueva, es la misma que se ha usado contra los mineros huelguistas de Cananea.
La falsa alternativa ofrecida a los trabajadores fue inscribirse al Seguro de Salud para la Familia del IMSS cuyo costo por persona es entre 1,427 y 3,211 por persona. Tiene además serias restricciones de servicios y medicinas durante los primeros diez meses de aseguramiento.
El SME venció esta dramática situación al encontrar que la contribución obrero-patronal estaba pagada por un año y actuó rápidamente obligando al gobierno federal a reconocer el derecho de los electricistas y sus familias a los servicios médicos del IMSS durante 2010.
La fragilidad del derecho a la salud está a la vista. Al perder el trabajo se pierden los servicios médicos. La solución es un Servicio Único de Salud, universal, gratuito y público.
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