Cuatro huelguistas, hospitalizados por graves daños a su salud
Periódico La Jornada
Domingo 16 de mayo de 2010, p. 12
A 21 días del inicio de la huelga de hambre colectiva en el Zócalo capitalino, cuatro de los 80 electricistas en ayuno debieron ser hospitalizados por afectaciones severas a su salud.
Mientras, en Toluca siguen en huelga de hambre 13 electricistas (10 hombres y tres mujeres), en el campamento instalado frente a Palacio Nacional, en la Plaza de la Constitución y los efectos del ayuno van en ascenso.
Dos de ellos (Obed Vicencio y Rubén Martínez) registraron presión arterial y nivel de glucosa bajos, intenso dolor en los riñones, mientras Pedro Fernández Campos presentó mareo, vómito y desvanecimientos, y a Luis Molina se le reporta con nivel de defensas baja, gripe, fiebre y anginas.
“A los médicos del ERUM les costó mucho trabajo reanimar a los compañeros, antes de trasladarlos al hospital”, informó Fernando Amezcua, vocero del SME.
Precisó que el envío de cuatro de sus compañeros al hospital no significa que su salida definitiva de esta forma de protesta, es decir, podrían reintegrarse y tal decisión será tomada entre ellos mismos y por los médicos.
La huelga de hambre tiene carácter permanente, en tanto se resuelva la solicitud de amparo del SME, frente al decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, asunto que analiza la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Hay otros huelguistas que han tomado la decisión –y así se lo han comunicado a sus familiares– de que no se retiraran del plantón “pase lo que pase”.
En la tarde del sábado ya se hizo fila para pasar el punto de registro y revisión del campamento del ayuno colectivo. Este filtro recuerda el registro ineludible en un hospital público.
En la parte trasera de las carpas blancas, instaladas por los electricistas, un grupo de técnicos ajustaron detalles para un concierto de rock, justo frente a la Catedral, que se realizó en contra de la ley antimigrante de Arizona. Mientras en el campamento se organizaron para resguardarlo y, por eso, repartieron tapones para los oídos. Después de 21 días de ayuno –tiempo que llevan quienes comenzaron desde el principio esta huelga escalonada– “molesta hasta el ruido de los coches”, señala uno de ellos.
Con tantos días de consumir sólo agua y miel, los pasos se dan lentamente y muchos ya están débiles y prefieren permanecer tendidos en su catre; “debemos cuidar la energía”, dice otro. Uno más muestra su molestia por lo que apareció en un periódico esta semana, respecto a que los huelguistas toman licuados energizantes por la noche. “Que vengan los doctores que quieran y nos hagan los exámenes que juzguen conveniente, para demostrar que no hemos probado bocado. Estamos aquí por dignidad y dispuestos a dar la vida no sólo por la lucha del SME sino en protesta por otras arbitrariedades del gobierno, lo mismo los mineros que los niñitos que murieron en la guardería ABC”, señala Pablo Esparza, quien era subsecretario en la subdivisión de Juandhó, de donde es Martín Esparza, dirigente del SME.
En el “patio” del campamento es la hora de la visita y, por precaución y orden, sólo se permite el ingreso de dos familiares por huelguista. Ahí les llevan la ropa limpia y orean las toallas de baño diario. Y es que los electricistas instalaron no sólo una vía para tener luz sino baños con drenaje, a través de unos tubos que desembocan en las coladeras. “Esto es largo y vamos a aguantar”, comenta otro de ellos.
En otro extremo del campamento está un especie de consultorio médico y alguien llevó dos camas de masaje en donde se les pasa un aparato para relajar los músculos.
Hasta ahí les llegan las noticias acerca de la desaparición del ex candidato presidencial panista Diego Fernández de Cevallos. “A ver si el gobierno no nos quiere también echar la culpa de eso”, expresa uno de los huelguistas, quien trabajaba como técnico en líneas aéreas.