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domingo, 8 de mayo de 2011

Tarifas eléctricas y recibos locos

Antonio Gershenson

Vamos a ocuparnos de las tarifas domésticas, porque han dado mucho de que hablar y protestar. Oficialmente, si tomamos una tarifa doméstica, vemos que ha ido aumentando gradualmente y sin saltos. Pero la realidad de conjunto es otra.

Por lo pronto, desde hace casi 10 años se inventó otra tarifa: la doméstica de alto consumo (DAC). Si a un consumidor se le facturan al mes más de 250 kWh (kilovatios-hora, esta forma fuera de lo común de la abreviatura, con una mayúscula enmedio, es la del Sistema Internacional de Unidades, del que México es miembro desde hace varias décadas) pasa a esta tarifa. Con facturas cada dos meses, como se usan en la región central, serán más de 500 kWh en la factura los necesarios para pasar a la DAC.

La cotización más común en esta región es la uno. Con las tarifas actuales, el cobro por kWh, ya con el IVA, es de alrededor de un peso, con un consumo muy bajo. A medida que éste aumenta, y ya en los límites altos de esta tarifa uno, pagará alrededor de dos pesos por kWh. Bueno, pues si una factura ya incluye más de 500 kWh de consumo, desde el principio ya se le cobran más de cuatro pesos, con la DAC. Para este propósito, se saca el promedio del consumo del último año. Por eso, se tarda algo en entrar la DAC, pero también si se encuentra la causa, sea técnica o por error al facturar, o lo que sea, también se tardará meses en regresar a la tarifa uno.

La causa puede ser una fuga, o un diablito que le cuelguen a uno desde afuera, o un consumo interno real. Este último puede ser fácil de corregir, pero la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no suele preocuparse por esa posibilidad. Mientras se aclara, se le exige al consumidor un pago inmediato –que no siempre tiene dinero para pagar, o si paga ya no tiene ni para comer– y ya luego veremos.

Esta es una causa que puede y debe suprimirse. Un sistema de tarifas que tiene un brinco así, es por naturaleza injusto. Cuando lo pasan a la DAC se le empieza a cobrar más del doble. Si se quieren incrementar las tarifas al aumentar el consumo, esto debería hacerse gradualmente. Pero si bien este problema se puede y debe corregir, no es el único.

Es público que hay muchos casos de saltos mucho mayores. De repente llega el recibo, que había andado por los cientos de pesos o menos, y ahora llega por miles. Como con la ruleta de un casino, pero una ruleta cargada, en la que la casa siempre gana.

Por si fuera poco, se están sustituyendo los medidores por unos llamados inteligentes. Con esto es muchísimo más difícil la reclamación, y también más tardada, entre otros problemas que se generan.

Este problema de los saltos locos es exclusivo de los recibos de la electricidad. Esos saltos no ocurren al comprar gasolina o diesel, ni con el gas. Sólo en el caso de la electricidad llega al departamento de una unidad habitacional un recibo por 5 mil pesos. O a una vivienda de un solo cuarto, en un pueblo de la montaña.

Debe hacerse una revisión a fondo, una auditoría incluso, con la participación de los afectados. Tienen que encontrarse las causas de estos recibos locos que en otros lados no existen. En vez de privatizar esa función y sustituir los medidores por los supuestamente inteligentes, sin saber qué está causando este problema, y haciéndolo más difícil de resolver, se debe seguir la pista de los recibos locos, encontrar las causas y resolverlas. Se deben tomar como punto de partida copias de los mencionados recibos, ver de dónde y cómo salieron, y eliminar lo que causó el brinco.

La manía privatizante ya ha causado muchos daños al país y a la propia CFE. Claro, sus funcionarios se han enriquecido enormemente, pero sus usuarios, y no sólo ellos, han sufrido las consecuencias. El dineral que se gasta en pagar la energía cara a las empresas privadas lo pagamos los usuarios. Pero al dar preferencia comprando a las empresas privadas y al dejar con uso menor las plantas hidroeléctricas, con lo cual se llenan las presas, cuando vienen las lluvias fuertes se dan también las grandes inundaciones.

Otra privatización, gran negocio para los participantes, es la de la fibra óptica; se cede parte de estas redes de fibras a grandes monopolios a cambio de dinero en cantidades mínimas en comparación. Y éstos son sólo ejemplos.

Hemos visto los desastres una y otra vez. La pérdida de miles de viviendas, de ganado que se ahoga, de más ganado que se muere de hambre al inundarse los pastizales, de tierra sembrada en general que se pierde, e incluso la pérdida de vidas humanas. Y todavía quieren privatizar las tarifas y hacer más difícil la solución de los recibos locos.

antonio.gershenson@gmail.com

Fuente : La Jornada