Martes 01 de noviembre de 2011
Xóchitl ÁlvarezCorresponsal | El Universal
LEÓN. Sin excepción, José Luis González se levanta diario a las seis de la mañana; prepara su diablito y comienza a recorrer las calles, al oriente de la ciudad, levantando cartón, botellas de PEP o de aluminio. Doce horas después llega a un local a vender los materiales reciclados a cambio de 40 o 50 pesos que le sirven para comer.
Con los labios secos, por el prolongado ayuno, el pepenador de 58 años de edad dice que después de perder su empleo como obrero en una fábrica de botas, la basura es la única alternativa que tiene para que él y su esposa puedan “pasar el día”.
En sus andares, comenta, se topa con muchas personas, hombres y mujeres, “ya grandes todos”, hurgando en los botes, en las banquetas, en los terrenos baldíos, afuera de las fábricas. Otros esperan a que los trabajadores salgan a comer para levantar las botellas que dejan tiradas, o se dirigen a las empresas o locales a pedir los desechos de cartón.
José Luis menciona que él, al igual que otros pepenadores, está preocupado porque los recicladores han dicho que el gobierno les prohibió que compren los productos y que tarde o temprano tendrán que cerrar, porque va a controlar toda la basura. “¿Entonces qué es lo que vamos a hacer?
“Todo eso es en perjuicio del pueblo, le va a quitar ‘el cinco’ a uno que está luchando al menos para tener un taco”, dice el hombre de manos secas y sucias por la pepena.
Expresa sentir “harta tristeza” por la “forma” en que ha actuado el gobierno, “sin pensar en los pobres, dice que es dueño de la basura que está en las banquetas y que van a quitar todos los negocios que compran el cartón y los plásticos, ¿por qué hacen eso?”.
José Luis asegura que por más de seis meses buscó trabajo en las fábricas de calzado, luego como velador y barrendero. En ningún lado lo emplearon. Entonces él y su esposa comenzaron a juntar botellas de plástico y de ahí sacaban “el centavo” para las tortillas.
Fuente : El Universal