Martín Esparza Flores
El modelo de económico neoliberal ha terminado por borrar la línea ideológica que todavía en la década de los 70 dividía el PRI de Acción Nacional, partido de la derecha que nació en nuestro país como expresión de los grupos reaccionarios que se han opuesto a la materialización de las conquistas sociales de los trabajadores y los campesinos.
Del viejo PRI que tuvo como algunos de sus postulados sociales el reparto agrario y las conquistas de la clase trabajadora como el acceso a la educación gratuita y la seguridad social, nada queda. Los priístas de hoy han terminado por olvidar sus raíces ideológicas haciendo alianzas con los panistas en asuntos tan delicados, y que pueden afectar los derechos de millones de mexicanos , como lo es la reforma laboral.
Parece insólito que en el Congreso representantes de los caducos sindicatos corporativos como la CTM hayan adoptado como propia y hasta “perfeccionado” la iniciativa de reforma laboral de Acción Nacional, elaborada no bajo el consenso de los trabajadores y en base a sus intereses, sino instrumentada desde las cúpulas empresariales las que, desde hace dos décadas, buscan acabar con conquistas tales como el derecho a huelga, los contratos colectivos de trabajo, así como su sueño de aniquilar a sindicatos independientes, como el SME.
La reforma planteada por el PRI representa un verdadero retroceso histórico a las conquistas de la clase trabajadora, que además de tener que soportar la imposición de salarios mínimos de auténtica miseria, ahora con la pretendida legalización del outsourcing, corre el riesgo de quedar al margen de la seguridad social y el derecho a la vivienda.
Es evidente que el mal llamado sector obrero del PRI ha perdido el rumbo y resulta inconcebible que mientras los gobiernos panistas han emprendido, por ejemplo, una furiosa cacería en contra de la burocracia sindicalizada a través de recortes en las diversas dependencias oficiales y programas como el retiro voluntario, los dirigentes burocráticos muestren una actitud indolente y hasta palaciega con los funcionarios panistas.
Para cualquier obrero, campesino o burócrata de medio pelo, el Revolucionario Institucional ya no garantiza un contrapeso político y menos ideológico, hacia la derecha panista. El caso de corrupción de Wal-Mart sacó a flote la condición casi de esclavitud en que laboran sus miles de empleados.
Es por eso que los sindicatos independientes y organizaciones sociales comprometidas con la lucha de los trabajadores y los campesinos, debemos hacer una gran convocatoria nacional para no otorgar un solo voto a ambos partidos que han terminado por convertirse en aliados de los empresarios nacionales y extranjeros, y en claros enemigos de las clases menos favorecidas.
Ya vimos cómo los priístas no movieron un solo dedo en contra de la ilegal extinción de Luz y Fuerza y la entrega de la industria eléctrica nacional a las trasnacionales.
Es hora de que los mexicanos tomemos conciencia de nuestro voto y digamos no a partidos que no representan la defensa de nuestros legítimos derechos. Ni un voto al PAN ni al PRI, en julio próximo.