No revelaré mi identidad. No hay nada de lo que me avergüence pero no quiero que este tema se convierta en un tema de discusión personal. No he tomado una decisión personal, sino una decisión política y creo fielmente en la secrecía del voto como la mejor forma en como las personas podemos tomar decisiones políticas difíciles sin mezclarlas con nuestra vida personal.
Soy militante del PAN, lo he sido por más de dos décadas; pero desde mucho antes, desde que recuerdo, el PAN ha sido el partido de mis simpatías políticas, el recipiente de mi fe en un mejor futuro para México.
Crecí en una familia panista, escuchando en las sobremesas acaloradas conversaciones sobre los defectos del PRI, su corrupción, su autoritarismo, la propensión de su siempre equivocada política económica a provocar crisis. Durante estas conversaciones siempre alguien de mi familia se encargaba de apagar el fuego diciéndonos que algún día el PAN llegaría al poder y todos esos males acabarían.
Así llegué a la adolescencia admirando a Maquío, en mi juventud me esperancé con El Jefe Diego y finalmente, en el año 2000, la historia de México pareció tomar el rumbo adecuado, responder a los anhelos de quienes habíamos luchado tanto tiempo por una verdadera democracia. El PAN llegó a la presidencia.
Han pasado 12 años desde ese entonces. Ya joven no soy. En este tiempo tuve una familia, me estabilicé económicamente, crecí en muchos sentidos. Junto con ello mi ilusión y esperanza se fueron decolorando. Hasta hace poco interpretaba esto como simple una consecuencia de crecer y madurar, de tornar las ansias juveniles en expectativas adultas más realistas. Pero hoy veo que no es así.
Siendo maduros, creo que a los panistas nos faltó ser autocríticos cuando vimos a Marta Sahagún y a sus hijos enriquecerse como priistas de antaño. Pensamos que eran dolores de crecimiento y no una continuación de las viejas reumas del sistema que se manifestaban ahora en los nuestros. Luego vino Calderón y cada vez se hizo más difícil defender a los gobiernos de nuestro partido. Los gabinetes de espontáneos, los amiguismos descarados, la corrupción abierta de los funcionarios bisoños enriqueciéndose vorazmente; cosas difíciles de pasar por alto, pero que toleramos sin chistar.
Al entrar a los Pinos el PAN se contaminó de los gérmenes que allí habitaban. No logramos hacer gobiernos diferentes a nuestros antecesores. Por ello hoy nuestra candidata, con su inteligencia, simpatía y vivacidad, no logra levantar la imaginación ni de nosotros mismos. Sobre los Pinos se cierne de nuevo la sombra de nuestro partido no rival, sino francamente enemigo: el PRI. Por el otro lado, un personaje ampliamente odiado por alguno de nosotros parece ser la única posibilidad de evitarlo.
¿Qué es mejor para México? ¿Qué le conviene al PAN?
En lo personal no puedo soportar que vuelva el PRI y sé, así me lo dicen todos mis instintos, que de ser así tardaremos muchos años en regresar allí como partido. La campaña de Enrique Peña, llena de mentiras, engaños y excesos es solo el botón de muestra del futuro. No me entusiasma López Obrador, por otro lado. Pero he aprendido a quitarme de prejuicios y a admitir que si sus más acérrimos críticos, como López Dóriga y Enrique Krauze, afirman que es honesto, es porque muy probablemente lo sea. A estas alturas creo que con ese valor me es suficiente.
Un presidente honesto podría servir para amainar la corrupción, purificar el enrarecido aire de los Pinos y al final, creo sinceramente que no sería la persona que haría trampa en las elecciones para evitar el regreso de un PAN, que espero se renueve lo suficiente en los próximos seis años para emprender el camino hacia los Pinos de nuevo.
Así que lo digo ahora y le pido a mis correligionarios que consideren unirse a mí en esta decisión. Votaré por López Obrador porque pienso que tiene un gabinete adecuado, porque creo que es honesto y porque sé que podremos ser una oposición leal y constructiva con él y, sobre todo, porque en seis años no nos cerrará la puerta de regreso a los Pinos.
Es una decisión difícil, pero ya está tomada. Nos vemos el domingo 1 de julio, ese día votaré por López Obrador.
Espero que junto con mis correligionarios comencemos también ese mismo día la reconstrucción de nuestro partido, el PAN.