Álvaro Cepeda Neri
De sus frecuentes viajes para entretenerlo mientras le llegaba la hora cero, Peña por fin tuvo uno en serio para el primer round internacional. Quince minutos con Obama para la foto del archivo de la CIA (agencia central de inteligencia estadunidense), el FBI (oficina federal de investigación de ese mismo país), pero, sobre todo, para con su voz, ideas, poses, huellas dactilares y el iris de sus ojos le realizaran un estudio sicológico y político. Con quienes logre platicar en ese viaje, planteará solicitudes y recibirá indicaciones –antes se decía “órdenes”– respecto a nuestra relación. Pues colindando con Estados Unidos, los necesitamos comercial, política y laboralmente.
Los gringos consumen las drogas que producimos, y descaradamente venden armas a militares y narcotraficantes de aquí de manera indistinta. Nosotros exportamos mexicanos y somos puente de inmigrantes del resto del continente. Así que Estados Unidos y los Estados Unidos Mexicanos (esto aunque le pese al ahogado en alcohol de Calderón) viven una mutua dependencia, marcada con agravios, humillaciones y abusos que pueden relativizarse si un presidente de nuestra República se atreve a capotear que los estadunidenses “no tienen amigos, sino intereses”.
Al otro lado de la frontera, donde los conservadores gringos insisten en levantar una muralla que ni las trompetas de Jericó derribarían, recibieron a Peña por la puerta trasera, ya que no es presidente constitucional. Pero no le importó. Debió tratar de hablar con cierta autoridad, mas no fue significativa la entrevista. Fue sólo para que le dieran la bendición y sepamos los mexicanos (los 16 millones que votaron por Andrés Manuel, los dudosos 19 millones de Peña y los 12 millones de que votaron por Josefina, entre otros) que el mexiquense cuenta con el apoyo gringo.
Dejó sus peticiones al gordinflón Santa Claus y a los Reyes Magos, pues necesita inversiones estadunidenses para su desempeño; que los bancos dejen de ser lavadoras del dinero de los narcos; llegar a un arreglo sobre la comercialización de la marihuana y los inmigrantes mexicanos; un trato menos abusivo y aclarar la emboscada de García Luna a los espías de la CIA; que deberán ser discretos en su intromisión si es que no podemos controlar solos a las delincuencias. Recibieron por cortesía a Peña, pues éste solicitó cuando menos saludar al presidente electo estadunidense para un segundo cuatrienio. Se lo concedieron no sin antes advertirle: 15 minutos. Y una entrevista con la encargada de la seguridad interior gringa.
Peña no tendrá luna de miel, ni contará con la gracia de los primeros 100 días de un país en crisis, ya que cuenta con la oposición del Partido Acción Nacional anticalderonista, de las tribus perredistas, Morena, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano. El Partido Revolucionario Institucional está bajo control. A los oportunistas verdes [se refiere al Partido Verde Ecologista de México] les dan y ni siquiera ladran. El Partido Nueva Alianza, de Elba Esther, se conforma con lo que tiene y si ésta ha de irse jubilada, pues se va, al fin y al cabo ya dejó sus alfiles y peones con su nieto, hija, yerno, cómplices en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y su riqueza, producto de la corrupción e impunidad, mismas que han de ser combatidas como promesa hecha a Obama. En alguna visita oficial a Washington, Peña deberá llevar resultados.
*Periodista