Unificación del sindicalismo independiente
Martín Esparza Flores
Como una inaplazable necesidad y
respuesta al deterioro del nivel de vida y los derechos de la clase
trabajadora en México, el sindicalismo independiente logró consumar el
sueño anhelado por décadas: constituir la Nueva Central de Trabajadores
que agrupa, de inicio, a 90 organizaciones obreras y de empleados
públicos, lo mismo que representaciones de campesinos, jubilados y
pensionados de 20 estados del país.
Los días 22 y 23 de febrero pasado, la
sede del Sindicato Mexicano de Electricistas se convirtió en el foro de
convergencia de las organizaciones democráticas de los trabajadores
donde, entre otros retos, se asumió la lucha contra las políticas
neoliberales y el sindicalismo corporativo, corrupto y gansteril que se
ha aliado con la clase empresarial para aniquilar los derechos laborales
de millones de mexicanos, depauperando su fuerza de trabajo y su nivel
de vida.
Por dos días, 375 delegados acordaron la
impostergable tarea para construir propuestas que permitan a la clase
trabajadora incidir “en el diseño y aplicación de políticas públicas”.
La unificación del sindicalismo independiente marca un parteaguas
histórico porque surge en el contexto de las contrarreformas que
amenazan con despojar el país de sus riquezas naturales y a la clase
trabajadora de sus conquistas históricas.
En el acto fundacional de la nueva
organización quedaron bien definidas algunas de las tareas prioritarias,
entre las que se enumeran disputar al sindicalismo charro los
contratos colectivos de trabajo buscando democratizar las organizaciones
sindicales, desenmascarando además los contratos de protección y los
sindicatos fantasma bajo los que se cobijan y que han expoliado por años los derechos elementales de millones de trabajadores en México.
Los excesos y atropellos cometidos al
amparo de las políticas neoliberales han llevado a niveles intolerables
de explotación y marcada pobreza a la clase trabajadora; desde 1976,
Cada sexenio la promesa de crear millones de puestos de trabajo se ve
cancelada por la insistencia de mantener el modelo de economía liberal,
cancelando una equitativa distribución de la riqueza que ahonda la
brecha entre ricos y pobres, aniquilando la seguridad social y la
estabilidad en el empleo con la puesta en marcha de la reforma laboral.
Cada sexenio la promesa de crear
millones de puestos de trabajo se ve cancelada por la insistencia de
mantener el modelo de economía liberal que permite la operación de un
capitalismo voraz aliado a las trasnacionales cuya consecuencia
inmediata es que, de los 54 millones de mexicanos en edad de trabajar,
menos de la mitad tienen algún empleo formal; es decir, 27 millones se
refugian en la informalidad.
De los trabajadores con empleo, sólo 15
por ciento está sindicado (menos de cinco millones), pero
desgraciadamente el 60 por ciento está con contratos de protección, en
manos de sindicatos fantasma que los orillan a condiciones de subcontratación, flexibilidad e inestabilidad laborales.