El rescate de la planta hidroeléctrica de
Necaxa, Puebla, emblemática en la historia de la electrificación del
país con más de 100 años de existencia, es una de las propuestas viables
que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha presentado al
gobierno federal para solucionar parte del conflicto social generado en
el pasado sexenio; y que desde el 11 de octubre de 2009 no únicamente
lanzó a la calle a 44 mil trabajadores, sino que además dejó en el
abandono las instalaciones antes operadas por Luz y Fuerza del Centro,
propiedad de la nación, que a 4 años y medio presentan un marcado
deterioro y saqueo por la irresponsable operación que han hecho de las
mismas la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y sus contratistas,
amparados en la figura del comodato que estableció el absurdo decreto de
extinción de Felipe Calderón Hinojosa.
El complejo generador de Necaxa, que
empezó a operar el 6 de diciembre de 1905, es –junto con la
hidroeléctrica Tyssu I, construida en la población de Tyssedal, Noruega,
en 1900, y la central termoeléctrica Vucje, de Serbia, puesta en
funcionamiento en 1903– de las instalaciones más antiguas del mundo. Su
importancia en el siglo pasado fue tal que se le llegó a considerar el
sistema hidroeléctrico más importante de América Latina. El valor
histórico que representan estas plantas en Europa les ha valido ser
elevadas a la categoría de patrimonios industriales de la humanidad.
Rango que merecidamente debería otorgar también el gobierno mexicano a
la hidroeléctrica Necaxa, pues no debe olvidarse que de ésta surgió la
electricidad que hizo posible la iluminación, por primera vez, del
Palacio Nacional y los edificios públicos de la Ciudad de México en los
albores del siglo XX.
En la mesa de negociaciones con la
Secretaría de Gobernación en las oficinas de Bucareli, el SME no sólo
presentó el diagnóstico exacto que guarda la planta de Necaxa y sus
sistemas hidráulico y eléctrico; también propuso soluciones y acciones
inmediatas que permitan la recuperación integral de su funcionamiento,
que en las mejores épocas de su generación llegó a tener un rendimiento
superior al 95 por ciento de su capacidad instalada, es decir, 1 mil 200
millones de kilovatios-hora. Hoy, apenas mantiene un nivel de
generación de electricidad del 37 por ciento.
Es pertinente que la opinión pública se
entere de que bajo la conducción de la CFE (“empresa de clase mundial”),
se cometió en las instalaciones de la hidroeléctrica un indiscriminado
saqueo de piezas metálicas, robo de cobre y desmantelamiento de
generadores, así como un nulo mantenimiento en canales, túneles y presas
del sistema hidráulico. Montones de scrap (fierro viejo) aparecen como
mudos testigos del descarado robo. Por si fuera poco, en la planta de
Necaxa, de los 10 generadores que conforman su sistema eléctrico,
únicamente funcionan cuatro; en Patla, Puebla, trabajan dos al igual que
en Tepexic, mientras que la hidroeléctrica Tezcapa se encuentra
abandonada y fuera de servicio.
El planteamiento del SME a las
autoridades federales contempla, además de la recuperación y un
mantenimiento general a las centrales generadoras, la atención urgente
para evitar que se colapse el sistema hidráulico, a través de medidas
tales como: la rehabilitación y el desazolve de canales, túneles y
presas, así como los trabajos necesarios de albañilería, pintura y
plomería, dando de igual forma un mantenimiento general a los caminos de
acceso; y un programa integral de reforestación y saneamiento de ríos y
presas bajo la premisa de que un sistema hidráulico es el corazón mismo de un sistema hidroeléctrico.
A la vez de permitir la contratación de
trabajadores del SME aprovechando su mano de obra altamente calificada,
la puesta en marcha de este plan de rescate traería aparejada una
derrama de beneficios para el desarrollo económico de los nueve
municipios del estado de Puebla a los que la planta de Necaxa abastece
de electricidad, así como a otros 10 del vecino estado de Hidalgo. Área
de influencia donde viven 612 mil habitantes y se atiende a 152 mil
usuarios.
De igual forma no únicamente se mejoraría
la calidad del servicio terminando con las constantes fallas (apagones)
que desde hace años afectan a la economía de la Sierra Norte de Puebla,
sino también a los estados circunvecinos; además, se estaría haciendo
un acto de justicia social con los trabajadores despedidos en 2009 y que
junto con sus hijos y esposas sumaron una afectación de 10 mil personas
en la región.
El proyecto del SME también fundamenta
expectativas claras tanto de rendimiento como de ganancias, de tal modo
que una vez concluidos los trabajos de rehabilitación de la
hidroeléctrica de Necaxa, la planta podría generar, en una conservadora
estimación de un 60 por ciento de su capacidad, 1 millón 72 mil 224
megavatios, mismos que, tomando en cuenta el precio de 54 centavos el
kilovatio-hora, generarían recursos anuales por 579 millones de pesos,
muy superiores a los 359 millones que actualmente se obtienen con una
producción de apenas 665 mil 760 megavatios.
La generación de energía mediante las
hidroeléctricas, además de ser de las más baratas, tiene la ventaja de
que no contamina; no por algo países como Noruega obtienen el 60 por
ciento de su electricidad de este tipo de plantas. Por eso el rescate de
Necaxa sería además una alternativa viable para bajar las tarifas a los
usuarios. Expectativa que puede patentizarse a los consumidores de
otras entidades, incluido el Distrito Federal, si el planteamiento del
SME se hace extensivo a otros centros como Lerma, Fernández Leal,
Lechería y Juandhó, por desgracia también dejados a la deriva por la
incompetencia de la Comisión Federal de Electricidad.
En el actual contexto debe extraerse de
la gloriosa y patriótica memoria histórica del SME un elemento que
reafirma la fuerza moral de la lucha de resistencia sostenida estos años
por una organización que, en su momento, no dudó en apoyar con los
propios fondos de sus agremiados la consolidación de los proyectos de la
infraestructura eléctrica del país, lo que de manera indirecta le
generó al Sindicato Mexicano de Electricistas derechos de copropiedad
con el Estado mexicano.
En la cláusula 64 del Contrato Colectivo
de Trabajo de 1936, la dirigencia y los miembros del Sindicato acordaron
destinar una cantidad de sus ingresos para apoyar al gobierno mexicano
con recursos que le permitieran realizar la electrificación del
territorio nacional. Este gesto nacionalista debe ser conocido por el
pueblo de México, ya que le permitirá entender las razones que impulsan
al SME a defender lo que es propiedad de la nación y de sus propios
miembros.
En diciembre próximo, la hidroeléctrica
de Necaxa cumplirá 109 años de haber entrado en operaciones, y el
Sindicato Mexicano de Electricistas llegará a sus 100 años de orgullosa
existencia, con un contrato colectivo de trabajo vigente y con renovadas
propuestas para rescatar a la infraestructura eléctrica del centro del
país en la justa recuperación de nuestros empleos y a favor del pueblo
de México, con la disminución de las tarifas y la prestación de un mejor
servicio. Con un poco de voluntad política, el gobierno federal tiene
la palabra.
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas