Por Pedro Echeverría V.
1. El gobierno neofascista de Calderón acaba de presentar en las Cámaras legislativas su propuesta de reforma de la Ley Federal del Trabajo. La LFT, que depende del artículo 123 Constitucional, es una ley –aunque contradictoria porque permite ataduras al gobierno y líderes venales- avanzada comparada incluso con la de los yanquis. En 1970, cuando se hizo la reforma y se proclamó la "Nueva Ley Federal del Trabajo", además del amplio respeto a la contratación colectiva, al derecho de huelga y a la sindicalización, se decía: "contiene más prestaciones legales que favorecen a los trabajadores: mejoramiento y protección de los salarios, otorgamiento de habitaciones, primas de antigüedad para retiros voluntarios, efectividad del derecho de participar en las utilidades, así como preceptos procesales con intención de mejorar la justicia obrera, etcétera.
2. La ley de Calderón será sólo la legalización -de lo que se ha venido registrado desde principios de los años ochenta- de una mayor explotación y opresión contra los trabajadores. Ante el gigantesco desempleo, de un débil sindicalismo y de la lucha social, la ley sólo puede beneficiar a los empresarios locales y transnacionales. Desde principios de los años ochenta -con el modelo de las maquiladoras- se había visto cómo sería el modelo de explotación que se impondría en el país: a) contratación individual por tiempo y obra determinada; b) prohibición y restricción a la organización sindical; c) desaparición de las conquistas históricas de los trabajadores; d) despido permanente a quienes violen reglas patronales; e) apoyo absoluto del gobierno a la patronal; f) gigantesco desempleo y explotación. Lo único positivo será quizá el estallido de grandes rebeliones sociales. Ojalá.
3. Calderón negociará nuevamente con el PRI el apoyo de los legisladores priístas a las propuestas de su contra-reforma-laboral. Sabe que para avanzar con sus "reformas estructurales privatizadoras" a favor de la industria privada local y transnacional, cualquier oferta es pequeña. Ya el PRI está listo con sus propuestas a cambio de sus votos. El PRD también recibirá algo a cambio de los suyos. Aunque no se quiera aceptar los disque "burros y tontos" presidentes panistas -Fox y Calderón- han logrado avanzar sobre el petróleo, la electricidad, la minería y ahora sobre la ley del trabajo. Los dirigentes panistas dicen: "mientras negociamos con el PRI, aunque los perros ladren" Y mientras en la izquierda escribimos miles de artículos, salimos a la calle, se organizan foros, se chismea y lloriquea en los cafés hablando mal del gobierno, los partidos, PAN, PRI y también el ‘chuchista’ PRD negocian votos y aplastan los intereses de los trabajadores y el pueblo.
4. Desde antes de la muerte de Fidel Velázquez en 1997 -líder corrupto de la CTM que agrupaba 3 millones de obreros- venía gestándose aceleradamente la reforma a la LFT. La política y la economía neoliberal que se había impuesto en el mundo desde los tiempos de los gobiernos inglés y yanqui de la Teatcher y Reagan. La implantación de las empresas maquiladoras en varios estados de la República, sobre todo en la frontera con los EEUU fue el modelo. Esas empresas maquiladoras no tuvieron responsabilidad alguna con México, mucho menos con sus trabajadores. Sólo fueron empresas de explotación intensiva mediante amenazas de despido y aprovechándose de la intensa crisis económica y de desempleo que tenía el país. Eran "tan atentas" que recogían a las humildes campesinas en sus pueblos, las encerraban durante ocho o diez horas y luego las devolvían a sus comunidades.
5. Fue durante el gobierno de Zedillo (1994-2000) -continuador de la política neoliberal salinista- cuando Velázquez fue a visitar al presidente de la confederación de patrones, Carlos Abascal, para proponerle la "unidad". Abascal había avanzado mucho con la fuerza de la patronal y a los pocos años fue Fox el que lo impuso como secretario del Trabajo y luego como de Gobernación. El monseñor Abascal fue todo un personaje para partirle la progenitora al movimiento obrero. Pero allí se sellaba una gran alianza entre la patronal y la iglesia con el sector más corrupto del sector obrero oficial. En los hechos ya se imponía la contratación individual y el trabajo por tiempo y hora determinada, pero era necesario para los empresarios legalizar lo que ya era un hecho. Se retrasó mucho pero ahora Calderón y los partidos -con esa experiencia que tienen para intercambiar favores- la aprobarán.
6. Si los grandes empresarios no le hacen un monumento gigantesco, en medio del Zócalo de la ciudad de México, a Salinas, Fox y Calderón por lo mucho que han hecho para agrandar su poder, serían unos malagradecidos. Tendrían que poner abajo a De la Madrid y Zedillo porque también ellos dieron un buen empujón a la economía neoliberal. Nadie puede negar que si en algún país la privatización de la economía trajo magníficos resultados para los grandes empresarios y políticos, fue en México. Fueron tan hábiles e "inteligentes" que transformaron a la débil izquierda de los sesenta y setenta en arrastrados socialdemócratas abiertos a negociar y apoyar. Hoy los que quedan son unos cuantos "loquitos" que seguimos soñando con una revolución y una transformación profunda.
7. ¿Y las pocas corrientes progresistas del PRD que aún quedan?, ¿el lópezobradorismo? ¿y sobre todo las organizaciones de izquierda no electoral? ¿cómo quedarán todos ellos? Pues sencillo: "chiflando en la loma" como siempre; conformándose con realizar unos cuantos mítines de protesta, con mentarle la madre a los empresarios y el gobierno e ir triste a su casita a ver televisión. Nos han jodido como han querido por falta de coordinación para lograr estrategias unitarias de lucha social generalizada. APPO dividida, AMLO arando en el mar, PRD entregado al gobierno, EZLN silenciado, mineros y electricistas perseguidos y acosados, atenquenses encarcelados, la CNTE atomizada y el 95 por ciento de la población ‘civil’ viendo televisión, desahogándose con fútbol y telenovelas o escuchando a los curas. Cuando hay que salir a la calle y seguir defendiendo aunque sea la poca dignidad que queda. Quizá en una de esas batallas podamos estar prendiendo la chispa que incendie la pradera.