* ¿Año nuevo? Más de lo mismo
* Cambios para no cambiar nada
* Amigos y lealtad, no eficiencia
Yahora con ustedes el año nuevo, que de nuevo nada tiene: las mismas promesas, los mismos discursos, los mismos aumentos de precios, el mismo escenario de deterioro social y económico, el mismo modelito, el mismo burro con idénticas vueltas a la noria y, en fin, para colmo, la misma clase política. Año nuevo con infladas cifras históricas” en empleo y cambios en el gabinetazo para no cambiar nada, y no es déjà vu; simplemente la confirmación de que aquí nunca pasa nada.
¡Felicidades!, mexicanos silenciosos, que el año nuevo arranca movidísimo, con brutal escalada de precios o, si prefieren, constante pérdida del poder adquisitivo, aunque nunca mayor al número de discursos del inquilino de Los Pinos y jilgueros que le hacen coro sobre la sólida recuperación, la abundancia y lo bien que hacen las cosas, sin olvidar el futuro venturoso que, ahora sí, tomará forma en este 2011 de más de lo mismo (léase masoquismo ciudadano), en el que como nunca antes la clase política dejará a un lado las urgencias nacionales para atender las propias disfrazadas de democráticos procesos electorales.
Año nuevo con discursos viejos. Por ejemplo, el del inquilino de Los Pinos: “hoy estamos en mejores condiciones para que 2011 sea un año de realizaciones, un año en el que avancen los proyectos personales de cada mexicana y de cada mexicano… El año que inicia será tiempo de cristalizar todos esos planes. Hoy en lo económico estamos ya en la senda del crecimiento… Seguiremos combatiendo con firmeza y determinación a los criminales… Es necesario limpiar a México de la delincuencia, la impunidad y la corrupción, que se habían enraizado en nuestra sociedad y en nuestras instituciones… Puedo asegurarles que estamos avanzando por la ruta correcta y que vamos a derrotar a los criminales, para construir finalmente un México de paz, un México seguro, un México donde nadie esté al margen de la ley y donde nadie viva con temor”.
Año nuevo con maquillaje viejo. La aritmética del secretario del Trabajo y sus “cifras históricas”, por ejemplo: “entre enero de 2007 y diciembre de 2010 se crearon un millón 36 mil 928 puestos de trabajo netos en el sector formal de la economía”, anunció emocionado por el logro. Pero no, no es así: se le “olvidó” que el sexenio calderonista comenzó el primero de diciembre de 2006, no en enero de 2007, de tal suerte que el número correcto es de 757 mil 469 plazas, lo que quiere decir que en el mejor de los casos sólo 18 de cada cien mexicanos en edad y condición de trabajar pudieron colarse al mercado laboral del sector formal de la economía en los 49 meses del “presidente del empleo”.
Año nuevo con “cambios” que no cambian nada. En el gabinetazo, por ejemplo: el inquilino de Los Pinos removió de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a su impune compadre Juan Molinar Horcasitas, un funcionario marca pato salvaje (a cada paso una deposición) que del tema nada sabía al tomar posesión, lo mismo que cuando lo dejó. Para cambiar el panorama en su lugar decidió nombrar a otro amigazo que de las comunicaciones y el transporte tampoco tiene la menor idea, pero que de entrada le juró lealtad, no eficiencia. Paralelamente le pidió a otro inexperto que se hiciera cargo de la Secretaría de Energía, clave para la economía y las finanzas nacionales, y a la que hasta el pasado jueves ocupaba esa silla, la inefable señora Kessel –que de manejos financieros no tiene la más pútrida noción–, la mandó a dirigir un banco del Estado, el de Obras y Servicios Públicos. Eso sí, todos se manifestaron leales, pero no a las causas del país, sino a las del señor de los nombramientos, y de paso a su delfín disfrazado de Cordero (hay que engordar el cochinito para la campaña).
Para rematar, cambió de secretario particular. A partir del pasado jueves Roberto Gil Zuarth se encarga del teléfono en Los Pinos, y a cambio del caramelo recibido, el perdidoso candidato a dirigir el blanquiazul se echó un rollo igual de empalagoso que de prescindible: “me une (al susodicho) la admiración personal, la lealtad al proyecto de país que él representa y, sobre todo, el patrimonio ético que define y orienta su acción política y la de su gobierno… Para la administración de Felipe Calderón son tiempos de cosechas y de nuevas siembras, de reconocer lo que se ha logrado con una gestión responsable de los asuntos públicos, pero también de convencer a la sociedad que debemos continuar en la senda de la transformación de México… Es para mí un inmerecido honor servir a México, acompañando al Presidente de la República en esta altísima misión”.
Cambios y más cambios, en este México donde nada cambia. Por ejemplo, ¿cómo arrancó 2007? De entrada con la noticia de que en diciembre de 2006 perdieron su empleo más de 302 mil mexicanos, y en los primeros días del año nuevo aumentó el precio del gas doméstico; estalló la crisis de la tortilla, con 15 pesos por kilogramo, amén de alzas en tarifas eléctricas, el gasolinazo, los peajes, los alimentos y demás productos impactados por el incremento a los energéticos.
Y ¿cómo empezó 2008?: con la noticia de que en diciembre de 2007 perdieron su empleo casi 332 mil mexicanos, con avalancha de alzas en precios, el acostumbrado gasolinazo, el aumento masivo de precios por el incremento en los energéticos y con la “novedad” de que a 27 millones de campesinos no les alcanzaba para adquirir una canasta básica. ¿Y 2009? Con la consabida información de que en diciembre 2008 perdieron su empleo más de 327 mil mexicanos, con un paro pesquero en protesta por alzas en el diesel marino (“Hacienda no tiene madre”, señaló el líder de pescadores), con 30 mil millones de pesos en pérdidas en el ahorro de los trabajadores inscritos en Afores, con el discurso calderonista de siempre (“la economía de México más sana que la de naciones ricas”), con una perspectiva oficial de “cero crecimiento en el año” (lo dijo el doctor “catarrito”, y en los hechos se reportó un desplome de 6.5 por ciento del PIB, el mayor en ocho décadas) y con un crecimiento de 50 por ciento en la importación de cereales. ¿Y 2010? Con la ya clásica noticia de que en diciembre de 2009 perdieron su empleo casi 186 mil mexicanos, el precio del gas licuado al alza, igual que el de otros energéticos, y por el mismo camino el de los alimentos y los servicios, y con el mismo discurso calderonista (“vamos por el camino correcto), sin olvidar el creciente número de muertos por la “goliza” de Calderón al crimen organizado. ¿Cómo comienza 2011? Exactamente igual: año nuevo y cambios.
http://www.jornada.unam.mx/2011/01/10/index.php?section=opinion&article=018o1eco