Recibí un recordatorio de pago por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El adeudo era de $200, sin embargo me cobran $600. Fui las oficinas ubicadas en avenida San Juan de Aragón. Me atendieron jóvenes que no pudieron dar razón al extra del recargo, redireccionándome al centro comercial Plaza Lindavista. Encontré una larga fila de personas que por la misma causa se encontraban indignadas. Cientos de casos se sumaban. Familias de dos o tres integrantes, con adeudos y cargos bimestrales de 3 mil y mil 500 pesos. Otros explicaban extorsiones por los nuevos trabajadores para impedir el corte de luz. Mi caso era ínfimo, comparado con los abusos que en carne propia confirmé: ancianos, pensionados, desempleados y trabajadores con salarios de hambre no se explican cómo podrían ellos consumir cantidades de 2 mil, 3 mil hasta 10 mil pesos bimestrales.
Los empleados daban un trato de terror. Con su apariencia de jóvenes emprendedores maltratan a las personas. La espera para mi turno fue de dos horas, sin solución, con la única consigna de que se debe pagar. Al llegar con la servidora pública mi saldo neto había aumentado 200 pesos, o sea 800. Me resultaba increíble de un día a otro. Al preguntar la causa de estos movimientos ella respondió que eran ajustes por parte de la empresa, dio la espalda y atendió una llamada personal al celular.
Atentamente.
Itzé M. Roque Escartín
Fuente : La Jornada