Jueves, 27 de octubre de 2011
La apuesta del PRI es llegar a Los Pinos a como dé lugar, al fin que luego vendría el periodo de curar heridas y todas las afrentas quedaran en el olvido. Así lo demuestra el rechazo de la bancada tricolor en la cámara baja a la revocación de mandato, asunto que le daría sentido a una reforma política acorde con la realidad actual del país. El temor a dar un paso en esa dirección, sólo tiene una explicación: saben los diputados del tricolor que la ciudadanía muy pronto exigiría esa norma, una vez que Enrique Peña Nieto comenzara a “gobernar” conforme a los compromisos contraídos, absolutamente ajenos a los intereses de las clases mayoritarias y de la democracia.
No es casual que la bancada ligada al estado de México haya sido la que mostró una tajante oposición a dicha premisa. Lo que asombra a pesar de todo, es que sean tan insensibles sus integrantes que se nieguen a ver algo tan obvio, como la urgencia de poner fin a los abusos de la oligarquía. Es criminal que quieran seguir sirviéndola, como si México viviera sin las dramáticas contradicciones que lo caracterizan actualmente, que de seguirse agudizando sólo tendrían una salida: protestas sociales cada vez más firmes y organizadas, que impedirían condiciones mínimas de gobernabilidad.
Lo saben, por eso su rechazo a la revocación de mandato, y si lo saben es aún mayor su irresponsabilidad. Es muy claro que los tecnócratas arropados en el PRI neoliberal, lo único que quieren es sacar de Los Pinos a los panistas para hacer ellos un trabajo más eficiente al servicio de la oligarquía. Su actitud es la del burócrata que sabe que puede hacer mejor las cosas que quien, por un golpe de suerte, está haciendo una tarea plagada de errores. Tampoco es mera coincidencia que Carlos Salinas de Gortari siga empeñado en mantener su liderazgo entre la tecnocracia, pues sabe perfectamente que si no regresa al poder ahora ya no lo haría nunca.
De acuerdo con Porfirio Muñoz Ledo, “esta es la reforma de quienes quieren volver a Los Pinos en términos predatorios”. Si así no lo pensaran, entonces no tendrían por qué oponerse a la revocación de mandato. Por eso cabe concluir que esta supuesta reforma nació muerta, que fue tiempo perdido el que se invirtió en los debates, al menos para los diputados que buscaban la aprobación de una verdadera reforma política, que no concediera más atribuciones al poder presidencial sino a los ciudadanos. Así, la bancada del tricolor mostró su verdadero rostro, el de la camarilla burocrática que se resiste a dar paso a la democracia verdadera en el país, no obstante los abusos de una burocracia, la panista, que actuó de manera más predatoria y torpe que la priísta.
Siguen pensando muchos priístas, como Humberto Moreira, que la población mayoritaria se chupa el dedo y todo se lo cree. Según el dirigente nacional del partido, la alianza que está buscando es con el Partido Nueva Alianza, no con Elba Esther Gordillo, pues ella sólo “es una amiga” de dicho partido. Está como Ernesto Cordero, quien señaló que la alianza con el Panal no significó nada para el PAN en el 2006, cuando es un hecho aritmético (si acaso hubiera sido real el triunfo de Felipe Calderón por sólo poco más de un punto de diferencia) que los votos del Panal fueron determinantes a la hora del conteo, aunque no se haya hecho voto por voto y casilla por casilla, como lo exigían las circunstancias.
En consecuencia, es muy claro que el PRI de Salinas, Peña Nieto y Moreira, se apresta a la toma del poder a como haya lugar, aunque las consecuencias pudieran ser nefastas para los mexicanos, pues no sería fácil contener a una población humillada, ofendida y burlada en las urnas una vez más, como seguramente sucedería si el candidato de las fuerzas progresistas fuera Andrés Manuel López Obrador, como así tendrá que ser para salvar a la nación de las garras depredadoras de los oligarcas a los que sirve fielmente Salinas y su grupo de interés.
Es inconcebible que pudiera mantenerse la escasa gobernabilidad que aún tenemos los mexicanos, con una satrapía en el poder. Dos sexenios de panistas fueron más que suficientes para acabar de arruinar a la nación, labor de zapa iniciada años atrás por Miguel de la Madrid y consolidada por Salinas y Zedillo. Es una llamada de atención muy significativa que “The Washington Post”, uno de los diarios más influyentes de Estados Unidos, informara que México brincó al segundo lugar como país productor de heroína, después de Afganistán. ¿Acaso ya se olvidó que un pretexto para la invasión de este país asiático fue el de erradicar el estupefaciente?
Eso no parece importar a los priístas, sólo preocupados por sacar al PAN de Los Pinos para usufructuar el poder con la voracidad que caracterizó a los tecnócratas salinistas, la misma por cierto que la demostrada por Calderón y su gabinete. El problema es que se rebasaron todos los límites permisibles, al grado de que hasta en la nación vecina del norte se muestran preocupados por tanta irresponsabilidad y avaricia de la clase gobernante, que compite sólo para ver quien de sus integrantes es más corrupto y cínico.
Fuente : Revista EMET