Antonio Gershenson | La Jornada
Hace unos años, Luz y Fuerza del Centro (LFC) veía serios problemas para el servicio de lo que se llama región central, la zona metropolitana de la ciudad de México y sus alrededores. Se estima que la energía generada en zonas cercanas (200 kilómetros a la redonda) es sólo una tercera parte de la demanda total. Los otros dos tercios vienen de áreas más lejanas, incluso de las hidroeléctricas del sureste, a más de 700 kilómetros.
Cabe recordar que LFC no instala centrales generadoras desde 1974, con la puesta en servicio de las plantas turbogás de Nonoalco, Lechería y Valle de México. Las plantas turbogás son, por decirlo así, de emergencia, no generan permanentemente la electricidad. Además, al estar a más de 2 mil metros de altura, hay muchas pérdidas por el gas, del orden de 30 por ciento. Y más pérdidas por el nitrógeno con que Pemex lo contamina: este gas no es combustible y no contribuye a la generación de energía.
LFC señalaba un riesgo permanente de colapso de voltaje en la zona. Y agregaba que la falta de generación cercana y el constante incremento de la demanda de energía eléctrica ha originado que el área de control central se encuentre operando de manera continua en estado de alerta. Esto señala problemas de orden general, además de los que hay en cada línea, en cada colonia, en cada área, etcétera.
En 2005, se planteó instalar pequeñas turbogás junto a 20 subestaciones, para atenuar los problemas. Hubo oposición de residentes en varios lugares, porque había habido explosiones causadas por las empresas privadas a cargo. Sólo se instalaron 14 de las 20 plantas. El hecho de instalar plantas junto a subestaciones ayudaba; pero ya señalamos los problemas del tipo de planta y del uso de gas natural, sobre todo en esta región. En pocos años se vieron empeoradas las instalaciones aún más que antes.
Por si fuera poco, no sólo no se inician nuevas plantas en la región central, sino que se retiran o cierran. Según la Prospectiva del sector eléctrico más reciente, en 2010 retiran o retiraron de la planta Jorge Luque, 224 MW de unidades convencionales. En 2011, de las plantas Nonoalco y Lechería, retiran o retiraron 286 MW de plantas turbogás.
Para 2013 se plantea retirar unidades mayores; de la Planta Valle de México serían 450 MW, en tres plantas convencionales. Y en 2014, de la misma planta retirarían 88 MW de turbogás.
Ya señalamos, en el artículo del 21 de agosto pasado, un ejemplo de planta muy moderna, que podríamos usar con combustible nacional, y que es más eficiente, sobre todo en esta zona alta, que las plantas de gas natural. Pero se tardan en ser construidas unos dos años, muy buen tiempo frente a plantas grandes existentes en el país, pero que nos llevan, mientras, a otra alternativa con menor tiempo de instalación.
No vamos a usar ni turbogás ni el gas mismo, por las razones mencionadas. Los generadores de electricidad hasta cierto tamaño, pueden ser movidos por motores. Hay dos tipos principales de motor, los de chispa (o bujía) que se usan en coches o camiones chicos. Los otros son de ignición por compresión, que son los de combustible diesel y se llaman ellos mismos motor diesel. La compresión causa la explosión del combustible. Se usan también en coches (aunque en México no, por razones de monopolio) y en camiones de todos los tamaños, así como tractores, barcos y locomotoras. Lo que es más importante en este caso es que se usan para mover generadores de electricidad. Tampoco los vemos en México, pero en países como China y Holanda se usan para generar 25 por ciento de la electricidad.
Cuando el terremoto en Haití, una de las pocas instalaciones que permanecieron intactas fue precisamente una de estas plantas de generación, con su motor diesel y su generador. Con las características necesarias en el centro de nuestro país, se pueden construir e instalar estas plantas en un tiempo muy inferior al de las plantas mayores.
Otro elemento para superar los problemas que abundan en la zona central es el elemento humano. Está prohibido que quienes tienen experiencia en la reparación, el mantenimiento y en general el servicio a la red eléctrica trabajen en ellos. Todos están en el Sindicato Mexicano de Electricistas. Y ninguno de quienes hacen ahora ese trabajo conoce la red. Eso contribuye a aumentar los problemas del servicio.
Ya sé que había problemas. Pero también sé que se había firmado, entre empresa y sindicato, un convenio de mejoramiento de la productividad. Y que cada mes se revisaban los pasos que incluía ese convenio. Además, incluso antes había casos de maltrato al público (ahora es peor) y de incumplimiento en general. Pero también había otros de cumplimiento. En vez de seguir adelante con el convenio y mejorar el servicio, se recurrió a la fuerza armada y se despidió en masa a quienes tenían experiencia.
El gobierno acabó de dejar una red eléctrica en estado deplorable, y sin una perspectiva de mejoramiento. Muchos usuarios lo están padeciendo. Y por si fuera poco, está el cobro de los recibos locos, y en general de tarifas, en un gran porcentaje, más caras. Las tarifas se deben revisar, pero además el sistema. Se deben revisar hacia atrás los recibos con resultados irracionales, por ejemplo que suben cinco o 10 veces de golpe, para saber de dónde vino el problema.
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Fuente : La Jornada