Alvaro Cepeda Neri
Sobre todo en Europa, cuna de las Revoluciones, cuyo cenit fue en 1789, hay síntomas de una posible Revolución Mundial: pobres contra ricos y sus desgobiernos que se dicen democráticos porque recurren a elecciones, pero cuando asumen los poderes y se coluden con las oligarquías pasan a ser plutócratas. Hasta ahora no pasan de protestas y cuestionamientos, a pesar de las brutales embestidas de los cuerpos policiacos y militares. La nación está acosada por la sangrienta inseguridad y violencia desatada por las delincuencias que desafían a soldados, policías y marinos. Y esa guerra ha arrojado miles de víctimas inocentes y ajenas al conflicto, donde los capos se sustituyen y nada les afecta que algunos de los suyos sean encarcelados y otros abatidos a sangre y fuego.
En Tlalnepantla, Estado de México (donde la administración y el mal gobierno de Peña es el precedente para lo que espera a la nación), a los policías que perseguían a unos delincuentes no les importó disparar sobre los niños que salían de su colegio y estúpidamente asesinaron a un abuelo que recogía a su nieto y a la tía de un niño. Este tipo de acciones amedrentan a los que protestan para impugnar actos de autoridad. Y el país está bajo un golpismomilitaroide que limita el ejercicio de los derechos individuales y colectivos, facilitando a las elites en los gobiernos llevar adelante las contrarreformas contra los trabajadores. E implantar las reformas capitalistas para favorecer a los patrones, empresarios y banqueros que van por más neoliberalismo económico.
En ese apretado contexto, las reformas calderonistas-peñistas han prosperado en cuanto a contrarreformas antiobreras y contra todos los que encuentren un trabajo. Más capitalismo salvaje. Cero beneficios a los empleados con salarios miserables. Se trata de que se mueran de hambre, enfermedades y angustia. Al sistema-régimen político-capitalista le sobran más de 50 millones de mexicanos. Y nada como que sigan muriendo como “daños colaterales” que muy pronto serán de Peña. Ya no sirven las manifestaciones. Son protestas toleradas para aparentar libertad, pero nadie atiende las demandas. Aún con ellas, y el juego sucio de los Chuchos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Marcelo Ebrard, el peñismo-priísta pasará por encima del Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y degradarán su ley reglamentaria.
Están pasando cosas. Tras las protestas está la explosión. Y hay apatía, incluso. No se movilizan las minorías, que son siempre las vanguardias de la “rebelión de las masas”. El movimiento Yo Soy 132 y otras agrupaciones, nuestros indignados, en vías de ser los encabronados, siguen actuando, mientras el reformismo capitalista arremete contra los trabajadores en todas sus modalidades. Corrupción, pobreza, desempleo e inseguridad siguen presentes en el malestar social. El PRI-peñista releva al PAN-calderonista en una alternancia regresiva. Prospera una nueva vuelta de tuerca contra los trabajadores. Y se anuncia la crisis alimentaria (el alza de los granos) al galope de la inflación. Muy pronto estaremos igual que en Grecia y España.
*Periodista